Se trata de uno de los vídeos "científicos" más desconcertantes (y sorprendentes) de toda la historia médica. Es un documental grabado en 1940, pero su antigüedad no debe llevarnos a engaño. Lo que aparece en él es absolutamente delirante y espectacular.
Un grupo de científicos soviéticos, liderados por el célebre doctor Sergei Brukhonenko, ganador del ilustre premio Lenín, realizan en él una serie de experimentos de reanimación en los que consiguen, ni más ni menos, que devolver la vida a un perro al que, previamente, se había dejado morir desangrado. ¿Verdadero o falso? Hoy, más de setenta años después, la polémica continúa. En todo caso, las imágenes no son aptas para espíritus sensibles ni estómagos delicados.
En el año 1939, el doctor Sergei Brukhonenko , del Instituto de Fisiología Experimental y Terapia de la Unión Soviética, empezó (al parecer) una serie de controvertidos experimentos con el objetivo de reanimar organismos sin vida. En plena época estalinista, se trataba de demostrar que la ciencia en la URSS no tenía límites, ni siquiera los que impone la propia naturaleza. Este vídeo de casi veinte minutos, realizado en 1940 y que resume algunos de aquellos trabajos, fue presentado por primera vez en 1943 ante científicos norteamericanos en el hotel Waldorf Astoria, de Nueva York.
En el documental, Brukhonenko materializa sus "milagros" gracias a una serie de mecanismos artificiales de circulación de sangre y oxígeno, que en el vídeo se ilustran mediante gráficos antes de mostrar su funcionamiento real. Mecanismos a los que, por cierto, debemos en gran parte la existenca de las modernas máquinas que hoy se utilizan en los hospitales para mantener vivos a los pacientes durante el trasplante de órganos vitales. La "estrella" del vídeo, el dispositivo que permite a los científicos soviéticos traer de nuevo a la vida a un perro clínicamente muerto, es el así llamado "autojector".
La cabeza decapitada responde.
Al principio del vídeo, los científicos consiguen que el corazón de un perro vuelva a latir sobre una bandeja, para pasar después a la cabeza del animal, que se mueve y "funciona" (durante horas, dice el locutor) a pesar de estar totalmente separada del cuerpo. Los investigadores demuestran cómo, incluso en estas condiciones, la cabeza del perro es capaz de responder a estímulos externos, tanto visuales como auditivos o incluso gustativos.
¿Propaganda de Stalin?
Por supuesto, ninguno de los trabajos pudo ser verificado por científicos ni organismos independientes, por prohibición expresa de las autoridades soviéticas. Lo que sí es cierto es que Brukhonenko trabajó realmente durante toda una década (entre 1930 y 1940) y que fue muy respetado e influyente en la antigua Unión Soviética. De hecho, fue un auténtico pionero en la realización de operaciones a corazón abierto. Pero de ahí a suponer que efectivamente fuera capaz de devolver la vida a organismos muertos va un trecho enorme y es algo que, hoy por hoy, casi nadie se toma en serio, especialmente tras analizar con cuidado las imágenes del documental.
Tras los resultados de los experimentos sobre cabezas "resucitadas" los soviéticos no solo querían poder revivir a los muertos (cosa que de por si permitiría tener soldados "durmientes") sino que debido al éxito de su empresa, decidieron que además podían ponerlos en cuerpos artificiales de robots al mas puro estilo ciencia ficción.
Esto con el motivo de desarrollar armas vivientes sobre las cales se pudiese tener control total sin necesidad de ejercer la fuerza. A veces la realidad supera la ficción, y en este caso, lo hizo con creces.
Realidad, montaje a beneficio de la propaganda de Stalin o ciencia ficción de los años 40?
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