Hay quienes creen que en algún lugar de la vasta oscuridad del espacio, cerca de nueve mil millones de millas del Sol, el primer ser humano está a punto de cruzar la frontera de nuestro Sistema Solar en el espacio interestelar. Su cuerpo, perfectamente conservado, se congela a -454ºF; su diminuta cápsula en el inconmesurable silencio navegando lejos de la Tierra a 18.000 kilómetros por hora durante los últimos 45 años.
Él es el cosmonauta perdido, cuyo cohete subió y, en lugar de volver a la tierra, simplemente siguió adelante. Es lo último en leyendas de la Guerra Fría: que en los albores de la era espacial, a finales de 1950 ya lo largo de la década de 1960, la Unión Soviética tenía dos programas espaciales, uno un programa público, el otro “oculto”, y mucho más audaz ya que muchas veces se intentaron misiones francamente suicidas.
“El cosmonauta advierte la existencia de OVNIS sobrepasando la atmósfera superior por encima de las tormentas eléctricas. Afirma que se pueden encontrar 200 o incluso más OVNIS reunidos por encima de una tormenta a la vez. Además explica que que los OVNIs están entrando en nuestra dimensión a través de portales que crean con microondas o energías magnéticas. Él ha tenido varios encuentros con extraterrestres y dice que hay algunas razas de alienígenas buenas y otras malas. También dice que están tratando de decirnos que los humanos tienen capacidades que todavía no conocemos."
Ha habido una gran historia de fraudes y engaños en torno a estos misteriosos cosmonautas perdidos. La evidencia citada para apoyar las teorías del cosmonauta perdido en general no se considera concluyente, y varios casos han sido confirmados como engaños. En la década de 1980, el periodista estadounidense James Oberg investigó los desastres relacionados con el espacio de la Unión Soviética, pero no encontró ninguna evidencia de estos cosmonautas perdidos. Desde el colapso de la Unión Soviética a principios de 1990, la información más restringida anteriormente ya está disponible, incluyendo la de Valentin Bondarenko, un aspirante a cosmonauta cuya muerte durante el entrenamiento en la Tierra se mantenía encubierta por el gobierno soviético. Incluso con la disponibilidad de material de archivo soviético publicado y memorias de pioneros espaciales rusos, no hay pruebas contundentes que hayan surgido para apoyar las historias del cosmonauta perdido.
Fuente: asusta2.com.ar
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