Los árboles, pueden avisarse entre ellos de un peligro inminente, pero la forma en que lo hacen representa un verdadero misterio para la ciencia.
Lo raro ocurrió después, cuando Rhoades comprobó que un grupo de sauces cercanos, que no había sido infectado por las indeseables orugas, también elevó su nivel de ácido clorogénico en las hojas, en respuesta a un posible e inminente ataque. Pese a que aún no se sabe si la comunicación fue activa (disparada por el ataque de las orugas) o pasiva (percibida de algún modo por los sauces no infectados), los expertos aseguran que hubo algún tipo de comunicación entre los sauces del bosque. Un lenguaje silencioso para el oído humano.
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