Bauk.
El Bauk tiene una manera torpe de andar, y cuando camina, sus pies emiten un sonido similar a “bau”. Las interpretaciones de estas características del Bauk podrían llevar a concluir que en realidad se trata de un oso, que había sido extinto de forma local en Serbia, por lo que en algunas partes se le conoce sólo como una leyenda. La palabra “bauk” inicialmente era utilizada como un apodo.
Posteriormente pasó a ser utilizada como una traducción para “trasgo” en las obras serbias de J. R. R. Tolkien, inicialmente traducidas por Mary y Milan Milišić. Bauk también es utilizada como una traducción para “Imp” en las traducciones serbias de A Song of Ice and Fire, traducidas por Nikola Pajvančić.
Yuki-onna.
La Yuki-onna flota por el paisaje nevado, sin dejar huellas. De hecho, en algunos relatos, el ente no posee pies, una característica común de los fantasmas japoneses. Supuestamente es el fantasma de una mujer que se congeló hasta morir durante una tempestad de nueve, o quizá se trata del espíritu de la propia nieve.
Muchas veces invade las casas, derrumbando las puertas con una corriente de viento y congela a todos los habitantes mientras duermen, aunque algunas leyendas puntualizan en que debe ser invitada para poder entrar. En algunos cuentos presenta hábitos semejantes a los vampiros, ya que la Yuki-onna seduce a los hombres y les drena la energía vital a través del sexo y mediante un simple beso.
A pesar de que la mayoría de estas historias retraten a Yuki-onna como un ser cruel, también existen algunos relatos donde termina enamorándose de los hombres, llegándose a casar y a formar una familia. Sin embargo, estas historias siempre terminan con su desaparición en forma de neblina o nieve.
En una leyenda popular, el ente permitió que un joven hombre llamado Minokichi escapara gracias a su belleza y edad, y lo amenazó diciéndole que lo mataría si le contaba a alguien sobre ella. Un año después, Minokichi se casó con una hermosa joven llamada O-Yuki y tuvieron muchos hijos a lo largo de los años. Extrañamente, ella parecía no envejecer. Un noche, después de que los niños fueron a la cama, Minokichi le contó a O-Yuki sobre la ocasión en que vio a la mujer de la nieve; “No sé si estaba dormido o despierto, sin embargo, fue la única vez que vi a un ser tan bello como ella. Aun así, estaba claro que no era un ser humano, yo sentí mucho miedo. De verdad, nunca tuve la certeza de que aquello fuera un sueño o si realmente era Yuki-onna”.
O-Yuki repentinamente se levantó sobre él y se curvó gritándole. “Fui yo, yo. Yo era Yuki, yo soy Yuki. Te dije que te mataría si algún día se lo decías a alguien, pero gracias a esos niños que duermen no te mataré en este momento. Y de ahora en adelante es mejor que tengas mucho, mucho cuidado con ellos, pues si alguna vez, por cualquier motivo o razón, los maltratas, te tratare como mereces”. En seguida, la mujer se evaporó en una nieve blanca y desapareció, para nunca ser vista nuevamente.
Gulon.
Según la leyenda, el Gulon acostumbra a matar animales en ocasiones mucho mayores que él, con el único objetivo de hincharse de carne hasta el punto de ser incapaz de comer más. Cuando el Gulon alcanza ese estado, busca dos árboles que estén uno junto al otro y se aprieta entre ellos, forzando la defecación para que la carne recién comida sea expelida de su cuerpo, y con eso liberar el espacio necesario para que pueda consumir el restante que fue incapaz de comer.
Algunos estudios recientes sugieren que las historias sobre el Gulon son el producto de los primeros avistamientos por los humanos de un Lobezno, un predador voraz que también posee la costumbre de atacar animales más grandes que él, generalmente cuando están atrapados en las trampas. También ataca a otros animales para robarles su presa.
Sagari.
Un Sagari surge de los espíritus de los caballos que mueren debajo de un árbol y son descartados y abandonados para que se pudran en el sitio donde caen. El alma de los caballos en ocasiones se aferra a los árboles. Estas almas se vuelven incapaces de pasar al otro mundo y terminan por convertirse en un yokai.
Los Sagaris generalmente se aparecen de frente muy próximos al rostro de alguien mientras pasan por debajo de su árbol. Después de caer, estos emiten un grito aterrador, asustando a su víctima. Los encuentros con los Sagari no son fatales para los seres humanos, sin embargo, se dice que aquellos que escuchan los relinchidos y los gritos de un Sagari son atacados por una terrible fiebre.
Ahuizotl.
Su mito probablemente tuvo origen en el siglo XIII, en América Central, y la mayor parte de la información respecto a él proviene de un conjunto de escritos llamados Códice Florentino, que relata muchas de las creencias, historias y costumbre de la entonces llamada Nueva España.
Según este Códice, el Ahuizotl era una criatura parecida a un perro o un coyote, con un cuerpo liso, orejas puntiagudas y manos y patas iguales a las de un mono. Al final de su cola se encontraba otra mano, que generalmente utilizaba para atrapar a sus víctimas.
El Ahuizotl se alimentaba de la uñas, dientes y ojos de sus víctimas, dejando el resto del cuerpo intacto. Siempre que un pescador se aproxima al Ahuizotl, este utiliza su mano-cola para atraparlo desde el tobillo y arrastrarlo al fondo del lago o río. Después de eso, el Ahuizotl lo mataba y devoraba sus ojos, dientes y uñas. El cuerpo de la víctima emergía de las aguas después de tres días. Las leyendas sobre este monstruo asustaban a los pueblos aztecas, volviendo algo bastante complicado la vida de los pescadores. Estos tenían tanto miedo de pescar que acostumbraban a armarse antes de salir. Incluso las mujeres y los niños eran objetivos del Ahuizotl, que los atraía al lago imitando el llanto de un bebé en apuros.
Se creía que las victimas recibían una muerte según las buenas obras que habían hecho durante su vida. Su cuerpo mutilado no podía ser tocado por personas comunes, sino únicamente por los sacerdotes de Tlaloc, de quien los aztecas creían que Ahuizotl era sirviente. El cuerpo era retirado del agua y sepultado por el sacerdote, y se consideraba un sacrificio especial a Tlaloc, que llevaría su espíritu a su paraíso, Tlalocan.
Fuente: marcianosmx.com
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