lunes, 6 de agosto de 2018

Lord Combermere, el fantasma de la fotografía.





El Lord que murió al tiraje de un caballo.

Fue comandante de la caballería británica a mediados del siglo de 1800, se distinguió por su habilidad y agilidad en el campo de batalla. De porte serio y voz contundente se hizo de un nombre en el mundo de la política: era Henry Stapleton-Cotton, Vizconde de Combermere.
Un no muy buen día el Lord de Combermere, quien contaba ya con 73 años y en ese momento se encontraba paseando por la atestada Londres, fue atropellado por un carro tirado por caballos. Como resultado de este accidente, a las 7 semanas, murió a causa de una apoplejía el 5 de diciembre de 1891: sus restos fueron trasladados a la casa familiar para dar honra a sus despojos. La casa mencionada era la abadía de Combermere en Cheshire fundada en 1133 por monjes benedictinos. La propiedad fue otorgada en la época de Enrique VIII, cuando se disolvieron todo tipo de órdenes, y pasó a manos de la familia Cotton. Un miembro de esta casa nombrado Lord Combermere en 1814 la recibió de manos del Rey, su heredero fue ese buen Lord que murió aplastado por las patas del caballo.



El día del entierro.

Familia, amigos, compañeros y servidumbre lloraron la pérdida. Fue una muerte absurda para alguien que vivió gran parte de su existencia en un campo de batalla y siempre regresó triunfante. Sin embargo, el día que la parca quiere tu alma no hay nada que pueda detenerla. Así fue como un gran séquito de gente se fue de la Abadía hacia Wrenbury Cheshire, una villa que quedaba a 6 kilómetros de la casa principal. Se dice que todo el mundo que habitaba la mansión dejó sus labores para ir a rendir un tributo al Lord,

Una mujer llamada Sybell R. Corbet se encontraba hospedada en la Abadía con sus hermanos y hermanas entre la que se encontraba su hermana Constante conocida como Lady Sutton quien estaba arrendado parte de la residencia. Aprovechando la ausencia de gran parte de la gente de Combermere, la aficionada a fotografía, Sybell, aprovechó la oportunidad para realizar algunas tomas de la casa, en especial lograr una fotografía de la biblioteca principal. Para realizar la labor en esa habitación en específico decidió montar una cámara y ajustarla para tomar un retrato de larga exposición, abriendo el obturador lo necesario y dejarla así durante una hora. Contenta con su desempeño realizado, la señorita Corbet guardó las plaquetas sin saber lo que ocultaban, hasta que 8 meses después la verdad fue finalmente revelada.





Fuenteelpensante.com

No hay comentarios :

Publicar un comentario